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La frágil esperanza del consumidor ecuatoriano: ¿Se recupera realmente la confianza?

Análisis del ICC - Abril 2025

En abril de 2025, el Índice de Confianza del Consumidor mostró una leve mejoría tras meses de incertidumbre. Pero detrás de los números, ¿qué dicen realmente los ecuatorianos sobre su presente y futuro económico? Un análisis crítico de las cifras que mueven al mercado.

El espejismo de los números

38.24 puntos. Esa es la cifra que el Instituto Nacional de Estadística y Censos registró para el Índice de Confianza del Consumidor en abril de 2025. Un aumento de 1.35 puntos respecto a marzo. Parece una buena noticia, ¿verdad? Pero permítanme llevarlos más allá del titular: este número es apenas un suspiro en medio de una montaña de preocupaciones.

38.24
ICC Global
+1.35 vs marzo
37.21
Situación Presente
+0.76
40.31
Expectativas Futuras
+2.55

El ICC, ese termómetro invisible que mide la fiebre económica de las familias, se construye con las voces de 8.810 ecuatorianos entrevistados en abril. Voces urbanas y rurales que dibujan un mapa de la supervivencia diaria. Y aquí la primera paradoja: mientras el indicador global sube tímidamente, la brecha entre el presente y el futuro se agranda. El Indicador de Situación Presente se arrastra con 37.21 puntos, mientras el de Expectativas alcanza 40.31. Los ecuatorianos, parece decirnos la estadística, aguantan el hoy porque creen - o quieren creer - en un mañana mejor.

La ilusión como estrategia de supervivencia

Profundicemos en esta esquizofrenia económica. El 68.67% de los hogares confiesa que su situación económica no ha cambiado. Solo el 4.65% percibe mejoría. Pero al preguntar por el futuro, el optimismo se multiplica: el 8.95% espera mejoras y solo el 18.82% teme lo peor.

Percepción Actual

4.65% Mejoró
68.67% Igual
26.68% Empeoró

Expectativas Futuras

8.95% Mejorará
72.23% Igual
18.82% Empeorará

¿Qué nos revela esta contradicción? Que en tiempos de incertidumbre, la esperanza no es un sentimiento: es un mecanismo de defensa. Las familias ecuatorianas, golpeadas por años de volatilidad, han aprendido a blindar su psique económica. "Mi presente es malo, pero mi futuro será mejor", parecen decir las cifras. Una estrategia psicológica tan comprensible como peligrosa: cuando las expectativas superan sistemáticamente la realidad, la desilusión puede convertirse en un motor recesivo.

La fractura geográfica de la confianza

Aquí otra grieta reveladora: el Ecuador urbano (38.29 puntos) confía un poco más que el rural (38.13). Una diferencia mínima en el papel, pero abismal en sus causas. En las ciudades, la diversificación económica ofrece ciertos colchones; en el campo, la dependencia de commodities y clima convierte la confianza en un acto de fe.

Urbano
38.29
Nacional
38.24
Rural
38.13

Obsérvese el detalle cruel: mientras los indicadores macroeconómicos celebran la recuperación de exportaciones, las familias rurales - las mismas que producen esa riqueza - apenas registran 37.09 puntos en su percepción del presente. ¿No es acaso una señal de que el modelo económico está fallando en traducir crecimiento en bienestar?

El consumo como termómetro silenciado

El informe del INEC esconde otra joya analítica: de las 16 preguntas que componen el ICC, 10 están dedicadas al consumo del hogar. ¿Por qué este énfasis? Porque en el carrito del supermercado, en la postergación de una compra, en el "hoy no, tal vez mañana", se escribe la verdadera historia económica.

10/16
preguntas del ICC dedicadas al consumo del hogar

En abril de 2025, cuando el ICC subió, ¿qué consumieron realmente los ecuatorianos? Los datos no lo dicen, pero la lógica sí: cuando la confianza es frágil, se compran necesidades, no deseos; se prioriza el pan sobre los zapatos, la luz sobre el cine. Un "crecimiento" del consumo así entendido no es prosperidad: es resiliencia disfrazada.

Conclusión: La persuasión necesaria

Señores del mundo empresarial: estos 38.24 puntos no son un cheque en blanco. Son un aviso. La leve mejoría del ICC es un paciente que sale de terapia intensiva: puede recaer con cualquier shock.

La oportunidad está en entender lo que las cifras callan: los ecuatorianos quieren creer, pero necesitan razones concretas para hacerlo. Inversión que genere empleo estable. Políticas que protejan el poder adquisitivo. Productos que respeten la asfixia económica de sus clientes.

La confianza del consumidor no se recupera con anuncios, sino con hechos. Y en este juego de expectativas, las empresas que lean tras los números - que vean el miedo y la esperanza detrás del 38.24 - serán las que construyan lealtad en la era de la incertidumbre.

Los datos son claros: Ecuador quiere creer. ¿Quién le dará razones para no dejar de hacerlo?

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) - Abril 2025